El diario vivir de los vendedores informales
ELIDA MORENO. ( CRÓNICA)
La calle las camelias
y las uvas , descuidadas , oscuras y peligrosas , son peligrosas para
deambular a eso de las 9 de la noche. La basura derramada en las veredas de la
calle, llaman la atención de los perros. La falta de asfalto le
dan una sensación de pobreza. Por la izquierda y derecha de las calles
existen negocios de diferentes áreas. Las edificación son muy distintas,
desde casas muy arregladas hasta pequeñas, construidas
a base de bloque y techo de zinc.
Las cabinas
telefónicas, víveres reina del cisne ,venta de muebles son los
principales negocios formales que se pueden observar. Las ventas
informales ,es decir , mujeres sentadas en las calles vendiendo pinchos ,
empanadas, motes con chicharrón se ubican en las veredas para
vender sus productos. Los dueños de los locales tienen tolerancia
hacia quienes se ubican al frente de sus negocios para tener clientela. Los
niños que corren en las calles, personas que salen después del culto
en la iglesia cristiana, padres de familia saliendo después de la reunión de la
escuela , ISM colegio privado cuya mensualidad es de 350 dólares,
ocupan las estas calles.
Una señora de nombre Margarita sostiene
un platillo desechable de color melón. Sus ojos se engrandecen al momento de llamar a su hijo. En su falda negra, que le llega hasta las
rodillas, la grasa se desliza.
Un señor de textura gruesa, pequeño y unos bigotes
escasos, le grita
-¡Señora estoy esperando
para que me atienda¡
La mujer desesperada por atender a los demás, no
utiliza utensilios para sacar el
alimento del recipiente
verde y el mote en un canasto color miel enredado con una funda plástica
transparente. Con sus manos saca el mote y el chicharrón como si fuese una maquina.
Por la otra calle
se encuentra un local pequeño. Sus paredes pintadas de verde claro, el
piso de cemento, el color plomo propio del cemento ya no se nota, más bien es negro parce que no
lo asean desde
hace mucho tiempo, en sus paredes cuelga unos racimos de bananos y unos
centímetro más una pequeña televisión donde no se visualiza bien la imagen. En
el centro hay una mesa de color blanca y plástica con unas sillas del mismo
color.
En ese local se percibe el
olor a aceite, plátanos fritos y papas . El humo que sale hace lagrimar los
ojos de la dueña que está preparando unas cuatro salchipapas para las
personas que salen del culto religioso. Con su mandil seca
el sudor que le recorre en su rostro y
con la otra mano saca las papas de la freidora.
Sin embargo a unos metros de distancia un señor
que vende mollejas con papas invita a los
transeúntes a probar sus platillos
-Venga que se acaban.
Así sucesivamente en medio
de gritos de niños, el paso de vehículos, un chófer de auto bus hace sonar la bocina varias veces, el sonido
irrita a los demás conductores de vehículos. Se produce un malestar . El transito no
se mueve en la calle de las camelias.
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