domingo, 7 de agosto de 2016

Lenin Fernando Burgos Arias

Reportaje periodístico:

Diversidad de género.

NORMATIVAS DE IDENTIDAD: UN ATROPELLO A LA LIBERTAD
Por: Lenin Fernando Burgos Arias                                                                             5to "B"


El activismo de los diversos grupos que conforman la comunidad LGTBI (Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales) ha mantenido y mantiene una constante lucha por el reconocimiento de sus derechos en Ecuador.

Todas dicen lo mismo: desde temprana edad sintieron una inclinación por el mundo de las niñas, y se sentían como tal. Por haber nacido hombres, crecieron obligadas a comportarse como se espera de ellos. Unas pocas afortunadas pudieron manifestarse como eran sin exponerse al rechazo de sus familias y su medio social. La gran mayoría tuvo que esconder por muchos años su deseo de travestirse y de convertir su cuerpo hacia las formas femeninas.
La heterosexualidad es una construcción social que nace a mediados del siglo XIX y en la época se fundamentará únicamente en la atracción entre hombre y mujer, de la cual subyace la orientación heterosexual, excluyendo así a transexuales, gays, lesbianas y bisexuales.
Años atrás en Ecuador, el tener atracción hacia el mismo sexo o sentirse identificado con el sexo opuesto era igual a ser delincuente,  porque en el antiguo Código Penal,  el Art. 516 en su primer inciso penalizaba de cuatro a ochos años de reclusión las relaciones homosexuales consentidas entre adultos. En 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó a la homosexualidad de su lista de patologías.

“Siempre había esa discriminación de los chicos, cuando veían a alguien medio femenino le caían. A mí no me pasó porque nunca lo exterioricé. Entonces me aislé totalmente, me dediqué al deporte individual. Prefería estar con las niñas, porque me sentía bien en ese ambiente, y en el colegio empecé a tratar de averiguar sobre los travestis. En ese tiempo había discriminación total, la ley decía que si se veía a una persona vestida con la ropa del otro género iba a la cárcel”. Cuando Karla Yadira, activista transgénero, habla de su historia, es como si la materialización de su imagen femenina, soñada a través de la transformación de su cuerpo, expresara su verdadera autenticidad.
Los padres y madres esperan que los niños se comporten como niños y las niñas como niñas. Esperan, además, que sean heterosexuales. Y en los colegios simplemente no se puede ser afeminado. Esa es la vida real. ¿Cómo se puede vivir en el ocultamiento? ¿Cómo se hace para callar la necesidad y las ganas de ser quién eres? ¿Cómo es fingir que eres algo que te rehúsas a ser?
Para Foucault (1985:17) el concepto gay contribuye a una valoración positiva de un tipo de conciencia en el que la afectividad, el amor, el deseo y la relación sexual interpersonales cobran una decidida importancia. De acuerdo a esta visión, lo gay, más que un estilo de vida estándar de consumo o distinción de un individuo o de otro, trata más bien de abrir un espacio de libertad concreta y transformación (personal y social) que permiten crear  estilos de vida personal para resistir o escapar de determinaciones sociales, rechazar los modos de vida propuestos, y convertir la elección sexual.
Marta Lamas plantea: el género, esa simbolización cultural construida a partir de la diferencia sexual, rige el origen humano y se manifiesta en la vida social, política y económica. Entender qué es y cómo opera el género, nos ayuda a vislumbrar como el orden cultural produce percepciones específicas sobre las mujeres y los hombres, percepciones que se rigen en prescripciones sociales con las cuales se intenta normar la convivencia.
La normatividad social encasilla a las personas y las suele poner en contradicción con sus deseos, y a veces incluso con sus talentos y potencialidades. En ese sentido el género es, al mismo tiempo, un filtro a través del cual miramos e interpretamos al mundo, y una armadura, que constriñe nuestros deseos y fija límites al desarrollo de nuestras vidas.
Es preciso aclarar que la identidad sexual es, desde el aspecto psicológico, el sexo con el cual nos identificamos independientemente del sexo físico con el cual nacimos. Mientras que la orientación sexual es la atracción que sentimos por la otra persona libremente de su sexo o de su identidad sexual.
Desde 1995 Amigos por la Vida y FEDAEPS (Fundación Ecuatoriana de ayuda, Educación y Prevención del Sida) son organizaciones que comienzan a trabajar en alianza en la lucha por los derechos de las comunidades LGBTI del Ecuador. Esto se dio por cuanto  en 1994 se presentó ante la Comisión de Derechos Humanos de la OEA (Organización de Estados Americanos), una descripción detallada de las permanentes violaciones de los derechos humanos y constitucionales de los ciudadanos homosexuales de Ecuador.
Hace tres años Karla Yadira empezó a hormonizarse para llegar poco a poco a su imagen soñada. “Hace tres años usaba peluca, ahora tengo mi pelo y puedo soltarlo. Me siento bien porque desde hace tres años me gusta mi cuerpo, aunque no puedo estar en la calle todo el tiempo como chica, con la ropa de chica, por mi trabajo”.

La FUNDACIÓN ECUATORIANA EQUIDAD, se encarga de respaldar y luchar por los derechos LGBTI, después de la despenalización, los activistas creen en la necesidad de tener un candidato en la Asamblea Nacional que represente sus intereses.
Los grupos transgénero sufren de una mayor invisibilidad, aún ahora, en la actualidad sufriendo incluso de agresión física y verbal. Muchas de las personas son parte activista independiente en la lucha por los derechos del movimiento GLBTI, así se mantiene una lucha constante contra la estructura psicosocial de las instituciones heteronormadas, misojinas y patriarcales partiendo desde el mismo entorno familiar.

“El sueño de ser chica no es algo que se pueda sofocar con leyes ni prohibiciones, porque no es un asunto legal, sino un derecho de autorrealización personal” Karla Yadira.


Crónica:
Incursión en el mundo Swinger.
APETITOS CARNALES
Por: Lenin Fernando Burgos Arias                                                                             5to "B"
Para ser parte de estos clubs en donde el contacto de cuerpos y la libertad sexual es su plato fuerte, necesitamos despojarnos de los prejuicios y moralismos establecidos.
Debo reconocer que a mí y quizás a muchos de ustedes, lo juzgado bajo las normas de lo moral, aquello que etiquetamos como “lo prohibido” nos resulta cautivantemente, atractivo. Resulta tentador adentrarme en nuevas experiencias, juguetear con lo oculto, experimentar con lo desconocido. Hoy, al finalizar el día, se plantó en mí una nueva interrogante ¿si yo fuera swinger?.
¿Qué es el mundo swinger?, este es uno de aquellos conceptos que solo puedes conocerlos siendo parte de ellos y no leyendo su definición en wikipedia, rincón del vago o monografías.com; en donde todo se reducirá a una sencilla definición, “intercambio de parejas”. Sé  que después de oír un par comentarios sobre el tema, de haber leído una interesante crónica sobre el mundo swinger de Gabriela Wiener “dame el tuyo, toma el mío” y acabando de ver una recomendada película argentina “dos más dos”; estoy seguro que no puede ser así de simple, “intercambio de parejas” y ya, sé que hay más, mucho más por descubrir.
La idea me persigue, cae la noche y es hora pico en la ciudad, mientras desde la ventana del autobús observo una ciudad agitada, tensamente activa por mi mente pasan un sinfín de interrogantes, ¿será que esa joven cajera del Banco Pacífico es parte del mundo swinger?. ¡Uy!, ¡qué mujer! esa chica que acaba de subir al bus esta hermosa, si ella pertenece a uno de esos clubs swinger, sin dudarlo me inscribo, este mismo momento me hago miembro activo. ¡oh por Dios¡ realmente lo estoy deseando. Y si decido ser parte del mundo swinger, ¿cómo lo haría?, ¿necesito tener pareja para hacerlo?, ¿soy capaz de experimentar esto solo?.
El recorrido llegó a su fin, nunca me di cuenta cuando se bajó aquella muchachita de negro cabello, largo, espléndido y mucho menos la despampanante cajera. Llego a mi casa, me interno en mi cuarto y enciendo el computador. Necesito saber más, encontrar algún contacto, ver experiencias, entrevistas, cualquier cosa que pueda aclarar mis dudas o que me del impulso para lanzarme a este nuevo mundo.
Siempre me he considerado un hombre de mente abierta, el típico open mind, pero acabo de descubrir  que me encuentro atravesado por taras sociales y  moralismos. Increíblemente me sentí como un adolescente a punto de dar su primer beso, absolutamente intimidado, nervioso y algo ansioso. Es absurdo un comportamiento así frente a un simple computador. Siento que me he agitado, después de observar todo lo que apareció al googlear “mundo swinger”, en efecto por las fotos que observe bastante explicitas sexualmente hablando, es evidente que disfrutan ampliamente de su sexualidad, tríos, orgías, intercambios de pareja, sexo con desconocidos frente a tu pareja.
Perturbado y con desesperación tuve que buscar información de alguien que haya vivido en carne propia estas alucinantes sensaciones. Un encuentro cibernético con café virtual me permitió visibilizar mejor la situación. La noche llegaba a su cúspide justo en el momento que “Yalezka” accedió a mis cuestionamientos inundados de timidez e incertidumbre. Yo sòlo escuchaba las notas de audio que ella me enviaba con una voz demasiado excitante que cada vez me invitaba a pecar. Existen clubs de swinger en donde las fantasías voyeristas encuentran su clímax, ingresas solo en parejas, en ninguno de los clubs es permitido el ingreso de hombres solos, en todos ellos exigen y brinda una confidencialidad absoluta, me dice mi interlocutora. Mientras la escucho me recorre un helado viento por el cuello que hace el ademán de disgusto. Pero la burocracia no se hace esperar, resulta un trámite similar al divorcio poder ingresar a estos clubs; ¿por qué tanta complicación? ¿necesito algún requisito para ingresar?
Ella me dice que en algunas ocasiones éstos requerimientos llegan hasta los exámenes de sangre y; si vas a ingresar en pareja, pruebas que sustente que realmente son una pareja estable. Ahora, me doy cuenta que mantienen un estilo de vida totalmente oculto.
Mientras el sonido rechinante del segundero que cambiaba en el reloj de pared me aturdía ferozmente, el sudor de mi piel brotaba como llave de agua abierta. No pude dormir. Mis pensamientos se enfocaban únicamente en el mundo swinger. Hice una llamada y en menos de un minuto acordamos lugar y hora para llevar a cabo el objetivo, a pesar que mi cuerpo seguía encendido en fiebre, ya nada me importaba.
Gracias a mi búsqueda “clandestina” de la noche anterior llegué a un lugar de Cine erótico desde luego pensando inocentemente, bueno ni tanto, que ahí me podían dar información sobre lugares en donde encuentre ambiente swinger.
El lugar estaba atrás de una iglesia, a lado de un restaurante y oculto tras un rótulo que decía “videos” Pues no había razones para que me demostrara que estaba en un lugar fuera de lo “común”, no podía pensar que el padrecito de la Iglesia iba a hacer uso de aquellos servicios, mucho menos acompañado de las jóvenes puritanas. No fue así, regresé a ver a mi alrededor; era las doce del día y estaba en las calles Cordero 105 entre 10 de Agosto y Versalles. De repente sentí como me dispararon sin avisar unas miradas turbantes que me atrajeron más al lugar. Luego de un intercambio de preguntas con las personas que resguardaban la puerta, me di cuenta que efectivamente era un Cine erótico, sin embargo, había algo más.
Ese pequeño lugar es la zona más candente del swinger más atrevido de la capital. “Puedes entrar con tu pareja y hacer tríos, ir solo(a) y conseguir pareja allí. Algo mucho mejor, si te da curiosidad por probar algo nuevo puedes escoger la sala de ambiente o la sala “hetero” como nos informa Sebastián Vaca el dueño del lugar denominado EROS desde hace cinco años.  Este joven me invita a pasar, claro que no estaba solo, iba acompañado de cuatro personas más, entre hombres y mujeres y por supuesto que entre ellos, Ligia que estaba ávida de incertidumbre al igual que yo, aunque ella lo disimulaba muy bien. Luego, en un entrecruce de miradas descubrimos un “cuarto oscuro” en donde entran las parejas o personas solas a experimentar. Mis manos están entrelazadas con las de mi amiga, para no perdernos porque en ese cuarto no había ni un diminuto rayo de luz.
Por otra parte mientras nosotros observamos el lugar, Sebastián comenta confidencialmente que las reuniones son todos los días de 10:00 en adelante, a excepción de los sábados de 10:00 a 15:00 en los que se permite el ingreso a sólo parejas de buena presencia; con documentos. El lugar se llama “PLANETA EROS VIDEO CLUB” y su lema es “donde tus fantasías se hacen realidad”; añade que en el ingreso te cuesta $ 10,00 dólares por pareja, incluye 2 bebidas  (vodka o cuba libre) y de cortesía te obsequian agua, gaseosa, mineral, caramelos y protección.
Entre risas y carcajadas tímidas nos invitó a quedarnos a observar una de las películas que en ese momento estaban proyectando  y que “después, pase lo que tenga que pasar, desinhibirse es lo esencial” No nos quedamos, pero prometimos volver.
Estamos alejándonos de la evidencia, Ligia y yo no mencionamos ni una sola palabra, nuestras miradas solo apuntaban hacia al frente. Ahora los pasos se vuelven más pesados. De repente, estábamos parados en la entrada de la iglesia. Las carcajadas salieron a flote en el mismo instante, no las pudimos contener. Y entre filosofías y recuerdos concordamos con mi amiga en que la idea es romper el machismo y el moralismo existente.
El mundo swinger resulta fascinante en la teoría, pero tal vez, en la práctica resulta un poco peligroso. Traspasar la línea de lo permitido, correr el riesgo de un intercambio o práctica swinger, un poliamor, o quizás un posible libertinaje e incluso una traición consentida. Una de las formas más seguras de esta práctica es procurar no tener encuentros repetitivos con las mismas personas. Es decir siempre estar variando para no correr el riesgo de que se involucren sentimientos.
Con todas estas reglas y el sueño que me mata, siendo cerca de las dos de la mañana, he llegado a la conclusión de que lo mío no es más que mera curiosidad por lo novedoso pero que realmente no tengo la madurez suficiente para ser parte del mundo swinger.
“ …lo que más me impactó fue el cuarto oscuro, en este lugar la predisposición es vital para ingresar, se lo hace solo, claro que con la aprobación de tu pareja…” Ligia Yumi

Crónica:

La fiebre del fútbol
La ciudad en letargo por el fútbol
Por: Lenin Fernando Burgos Arias                                                                             5to "B"

En tiempos de Copa América, el fútbol se convierte en el opio del pueblo. Todos se desesperan, enloquecen, gritan, lloran…. Y ni se diga en épocas de mundial.
Estas calles están completamente desoladas, camino y como ladridos de perros que escuchan mis pasos,  en todas las casas, locales, tiendas, bares, etc…oigo locuciones del partido, murmullos que esconden la desesperación y suspiros que anhelan aunque sea un gol. De los tantos que los jugadores se han jalado. ¡Tan chimbos estos manes!, se escucha por ahí.

Porque definitivamente, por los comentarios de los amantes del fútbol, hemos perdido la dignidad, y ya no es un derecho para nadie alzar la cabeza, y reclamar respeto por los jugadores de México, si los Bolivianos eternos perdedores nos ganaron.
No puedo huir de esta fiebre, mi vecina comenta, el chofer se lamenta; los pocos pasajeros que van en el bus, van ensimismados en su mundo, conectados como suero a la vena, el auricular al oído. Todos con cara de desconsuelo y molestia, seguramente porque para colmo de males no pudieron llegar pronto a su casa, y el partido les cogió a medio camino.
¡Muévete lento!, gritan por atrás, y caigo en cuenta que el letargo, que produce el saberse descalificad, se ha apoderado también del conductor y su ayudante; aunque no hay tráfico el bus avanza lento y no hay futuro  de un rápido avance. En medio del silencio y las maras caras, las frentes se desfruncen y se escucha a coro: “goooooooooooooooooooool”, “gooooooool”, “ya era hora hijos de puta”, dice un señor de mediana edad que lleva la camiseta de la selección como toalla enredada al cuello.
Los autos que acompañan la letanía del bus, empiezan a pitar y sus bocinas se coordinan en un mismo son: pi pi pipi pi!!! El chofer alza el volumen de la radio y por la ventana observo que la gente se abraza, aplaude y los más recatados únicamente sonríen. La algarabía es total e instantánea y dura lo que dura el comentario del narrador. ¡Por fin un golsito, Dios mio, gracias! Dice casi rezando un abuelito que va a mi lado.
Termina la frase y automáticamente su seño se vuelve a fruncir como recordando que no sirve de nada porque la eliminación es segura. Su mutismo aparece de nuevo y se apodera no solo de ese cuerpo viejo, sino de todos los del bus, y el chofer vuelve a bajar el volumen.
A cuadras de llegar a mi destino, intuyo que llegó el medio tiempo, pues la gente empieza a respirar normalmente, se cerciora de la posesión de todas sus cosas, y las cabezas se mueven de un lado al otro, como volviendo al presente-tiempo-espacio.
Una señora se para asustada, su cara demuestra la creencia de haberse pasado de la parada, pero se tranquiliza cuando me ve, “Buenas mijita, ¿Cómo está?, creí que ya me había pasado, con esto del futbol, uno se pierde…”

¡Aaay mi vecina, eso le pasa por venir chismeando!, -pienso para mis adentros- capaz que no sabe nada de fútbol pero es consciente de que la selección gane o pierda esta fuera.
El escenario no es muy diferente, dentro de mi casa: todos en mute frente al televisor, que es el único con derecho a expresarse. Saludo nadie contesta, da igual mi presencia o mi ausencia.
¡Me voy!

Aprovechare el tiempo de somnolencia de los otros, para describir su estado. 


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