Reportaje periodístico:
Diversidad de género.
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NORMATIVAS DE IDENTIDAD: UN ATROPELLO A LA LIBERTAD
Por: Lenin Fernando Burgos Arias 5to "B"
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Crónica:
Incursión en el mundo Swinger.
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APETITOS CARNALES
Por: Lenin Fernando Burgos Arias
5to "B"
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Para ser parte de estos clubs en donde el contacto de cuerpos y la libertad sexual es su
plato fuerte, necesitamos despojarnos de los prejuicios y moralismos
establecidos.
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Debo reconocer que a mí y quizás a muchos de
ustedes, lo juzgado bajo las normas de lo moral, aquello que etiquetamos como
“lo prohibido” nos resulta cautivantemente, atractivo. Resulta tentador
adentrarme en nuevas experiencias, juguetear con lo oculto, experimentar con
lo desconocido. Hoy, al finalizar el día, se plantó en mí una nueva interrogante
¿si yo fuera swinger?.
¿Qué es el mundo swinger?, este es uno de
aquellos conceptos que solo puedes conocerlos siendo parte de ellos y no
leyendo su definición en wikipedia, rincón del vago o monografías.com; en
donde todo se reducirá a una sencilla definición, “intercambio de parejas”.
Sé que después de oír un par
comentarios sobre el tema, de haber leído una interesante crónica sobre el
mundo swinger de Gabriela Wiener “dame el tuyo, toma el mío” y acabando de
ver una recomendada película argentina “dos más dos”; estoy seguro que no
puede ser así de simple, “intercambio de parejas” y ya, sé que hay más, mucho
más por descubrir.
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La idea me persigue, cae la noche y es hora
pico en la ciudad, mientras desde la ventana del autobús observo una ciudad
agitada, tensamente activa por mi mente pasan un sinfín de interrogantes,
¿será que esa joven cajera del Banco Pacífico es parte del mundo swinger?. ¡Uy!,
¡qué mujer! esa chica que acaba de subir al bus esta hermosa, si ella
pertenece a uno de esos clubs swinger, sin dudarlo me inscribo, este mismo
momento me hago miembro activo. ¡oh por Dios¡ realmente lo estoy deseando. Y
si decido ser parte del mundo swinger, ¿cómo lo haría?, ¿necesito tener
pareja para hacerlo?, ¿soy capaz de experimentar esto solo?.
El recorrido llegó a su fin, nunca me di
cuenta cuando se bajó aquella muchachita de negro cabello, largo, espléndido
y mucho menos la despampanante cajera. Llego a mi casa, me interno en mi
cuarto y enciendo el computador. Necesito saber más, encontrar algún
contacto, ver experiencias, entrevistas, cualquier cosa que pueda aclarar mis
dudas o que me del impulso para lanzarme a este nuevo mundo.
Siempre me he considerado un hombre de mente
abierta, el típico open mind, pero acabo de descubrir que me encuentro atravesado por taras
sociales y moralismos. Increíblemente
me sentí como un adolescente a punto de dar su primer beso, absolutamente
intimidado, nervioso y algo ansioso. Es absurdo un comportamiento así frente
a un simple computador. Siento que me he agitado, después de observar todo lo
que apareció al googlear “mundo swinger”,
en efecto por las fotos que observe bastante explicitas sexualmente hablando,
es evidente que disfrutan ampliamente de su sexualidad, tríos, orgías,
intercambios de pareja, sexo con desconocidos frente a tu pareja.
Perturbado y con desesperación tuve que
buscar información de alguien que haya vivido en carne propia estas
alucinantes sensaciones. Un encuentro cibernético con café virtual me
permitió visibilizar mejor la situación. La noche llegaba a su cúspide justo
en el momento que “Yalezka” accedió
a mis cuestionamientos inundados de timidez e incertidumbre. Yo sòlo
escuchaba las notas de audio que ella me enviaba con una voz demasiado
excitante que cada vez me invitaba a pecar. Existen clubs de swinger en donde
las fantasías voyeristas encuentran su clímax, ingresas solo en parejas, en
ninguno de los clubs es permitido el ingreso de hombres solos, en todos ellos
exigen y brinda una confidencialidad absoluta, me dice mi interlocutora.
Mientras la escucho me recorre un helado viento por el cuello que hace el
ademán de disgusto. Pero la burocracia no se hace esperar, resulta un trámite
similar al divorcio poder ingresar a estos clubs; ¿por qué tanta
complicación? ¿necesito algún requisito para ingresar?
Ella me dice que en algunas ocasiones éstos
requerimientos llegan hasta los exámenes de sangre y; si vas a ingresar en
pareja, pruebas que sustente que realmente son una pareja estable. Ahora, me
doy cuenta que mantienen un estilo de vida totalmente oculto.
Mientras el sonido rechinante del segundero
que cambiaba en el reloj de pared me aturdía ferozmente, el sudor de mi piel
brotaba como llave de agua abierta. No pude dormir. Mis pensamientos se
enfocaban únicamente en el mundo swinger.
Hice una llamada y en menos de un minuto acordamos lugar y hora para llevar a
cabo el objetivo, a pesar que mi cuerpo seguía encendido en fiebre, ya nada
me importaba.
Gracias a mi búsqueda “clandestina” de la
noche anterior llegué a un lugar de Cine erótico desde luego pensando
inocentemente, bueno ni tanto, que ahí me podían dar información sobre
lugares en donde encuentre ambiente swinger.
El lugar estaba atrás de una iglesia, a lado
de un restaurante y oculto tras un rótulo que decía “videos” Pues no había
razones para que me demostrara que estaba en un lugar fuera de lo “común”, no
podía pensar que el padrecito de la Iglesia iba a hacer uso de aquellos
servicios, mucho menos acompañado de las jóvenes puritanas. No fue así,
regresé a ver a mi alrededor; era las doce del día y estaba en las calles
Cordero 105 entre 10 de Agosto y Versalles. De repente sentí como me
dispararon sin avisar unas miradas turbantes que me atrajeron más al lugar.
Luego de un intercambio de preguntas con las personas que resguardaban la
puerta, me di cuenta que efectivamente era un Cine erótico, sin embargo,
había algo más.
Ese pequeño lugar es la zona más candente
del swinger más atrevido de la
capital. “Puedes entrar con tu pareja y hacer tríos, ir solo(a) y conseguir
pareja allí. Algo mucho mejor, si te da curiosidad por probar algo nuevo
puedes escoger la sala de ambiente o la sala “hetero” como nos informa
Sebastián Vaca el dueño del lugar denominado EROS desde hace cinco años. Este joven me invita a pasar, claro que no
estaba solo, iba acompañado de cuatro personas más, entre hombres y mujeres y
por supuesto que entre ellos, Ligia que estaba ávida de incertidumbre al
igual que yo, aunque ella lo disimulaba muy bien. Luego, en un entrecruce de
miradas descubrimos un “cuarto oscuro” en donde entran las parejas o personas
solas a experimentar. Mis manos están entrelazadas con las de mi amiga, para
no perdernos porque en ese cuarto no había ni un diminuto rayo de luz.
Por otra parte mientras nosotros observamos
el lugar, Sebastián comenta confidencialmente que las reuniones son todos los
días de 10:00 en adelante, a excepción de los sábados de 10:00 a 15:00 en los
que se permite el ingreso a sólo parejas de buena presencia; con documentos.
El lugar se llama “PLANETA EROS VIDEO CLUB” y su lema es “donde tus fantasías se hacen realidad”;
añade que en el ingreso te cuesta $ 10,00 dólares por pareja, incluye 2
bebidas (vodka o cuba libre) y de
cortesía te obsequian agua, gaseosa, mineral, caramelos y protección.
Entre risas y carcajadas tímidas nos invitó
a quedarnos a observar una de las películas que en ese momento estaban
proyectando y que “después, pase lo que tenga que pasar, desinhibirse es lo esencial”
No nos quedamos, pero prometimos volver.
Estamos alejándonos de la evidencia, Ligia y
yo no mencionamos ni una sola palabra, nuestras miradas solo apuntaban hacia
al frente. Ahora los pasos se vuelven más pesados. De repente, estábamos
parados en la entrada de la iglesia. Las carcajadas salieron a flote en el
mismo instante, no las pudimos contener. Y entre filosofías y recuerdos
concordamos con mi amiga en que la idea es romper el machismo y el moralismo
existente.
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El mundo swinger resulta fascinante en la
teoría, pero tal vez, en la práctica resulta un poco peligroso. Traspasar la
línea de lo permitido, correr el riesgo de un intercambio o práctica swinger, un poliamor, o quizás un posible libertinaje e incluso una traición
consentida. Una de las formas más seguras de esta práctica es procurar no
tener encuentros repetitivos con las mismas personas. Es decir siempre estar
variando para no correr el riesgo de que se involucren sentimientos.
Con todas estas reglas y el sueño que me
mata, siendo cerca de las dos de la mañana, he llegado a la conclusión de que
lo mío no es más que mera curiosidad por lo novedoso pero que realmente no
tengo la madurez suficiente para ser parte del mundo swinger.
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“ …lo que más me impactó fue el cuarto oscuro, en este lugar la predisposición
es vital para ingresar, se lo hace solo, claro que con la aprobación de tu
pareja…” Ligia Yumi
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Crónica:
La fiebre del fútbol
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La ciudad en letargo por el fútbol
Por: Lenin Fernando Burgos Arias 5to "B"
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En
tiempos de Copa América, el fútbol se convierte en el opio del pueblo. Todos se
desesperan, enloquecen, gritan, lloran…. Y ni se diga en épocas de mundial.
Estas
calles están completamente desoladas, camino y como ladridos de perros que
escuchan mis pasos, en todas las casas,
locales, tiendas, bares, etc…oigo locuciones del partido, murmullos que
esconden la desesperación y suspiros que anhelan aunque sea un gol. De los
tantos que los jugadores se han jalado. ¡Tan chimbos estos manes!, se escucha
por ahí.
Porque
definitivamente, por los comentarios de los amantes del fútbol, hemos perdido
la dignidad, y ya no es un derecho para nadie alzar la cabeza, y reclamar
respeto por los jugadores de México, si los Bolivianos eternos perdedores nos
ganaron.
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No
puedo huir de esta fiebre, mi vecina comenta, el chofer se lamenta; los pocos
pasajeros que van en el bus, van ensimismados en su mundo, conectados como
suero a la vena, el auricular al oído. Todos con cara de desconsuelo y
molestia, seguramente porque para colmo de males no pudieron llegar pronto a su
casa, y el partido les cogió a medio camino.
¡Muévete
lento!, gritan por atrás, y caigo en cuenta que el letargo, que produce el
saberse descalificad, se ha apoderado también del conductor y su ayudante;
aunque no hay tráfico el bus avanza lento y no hay futuro de un rápido avance. En medio del silencio y
las maras caras, las frentes se desfruncen y se escucha a coro:
“goooooooooooooooooooool”, “gooooooool”, “ya era hora hijos de puta”, dice un
señor de mediana edad que lleva la camiseta de la selección como toalla
enredada al cuello.
Los
autos que acompañan la letanía del bus, empiezan a pitar y sus bocinas se
coordinan en un mismo son: pi pi pipi pi!!! El chofer alza el volumen de la
radio y por la ventana observo que la gente se abraza, aplaude y los más
recatados únicamente sonríen. La algarabía es total e instantánea y dura lo que
dura el comentario del narrador. ¡Por fin un golsito, Dios mio, gracias! Dice
casi rezando un abuelito que va a mi lado.
Termina
la frase y automáticamente su seño se vuelve a fruncir como recordando que no
sirve de nada porque la eliminación es segura. Su mutismo aparece de nuevo y se
apodera no solo de ese cuerpo viejo, sino de todos los del bus, y el chofer
vuelve a bajar el volumen.
A
cuadras de llegar a mi destino, intuyo que llegó el medio tiempo, pues la gente
empieza a respirar normalmente, se cerciora de la posesión de todas sus cosas,
y las cabezas se mueven de un lado al otro, como volviendo al
presente-tiempo-espacio.
Una
señora se para asustada, su cara demuestra la creencia de haberse pasado de la
parada, pero se tranquiliza cuando me ve, “Buenas mijita, ¿Cómo está?, creí que
ya me había pasado, con esto del futbol, uno se pierde…”
¡Aaay
mi vecina, eso le pasa por venir chismeando!, -pienso para mis adentros- capaz
que no sabe nada de fútbol pero es consciente de que la selección gane o pierda
esta fuera.
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El
escenario no es muy diferente, dentro de mi casa: todos en mute frente al
televisor, que es el único con derecho a expresarse. Saludo nadie contesta, da
igual mi presencia o mi ausencia.
¡Me
voy!
Aprovechare
el tiempo de somnolencia de los otros, para describir su estado.
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