LA DIOSA QUE ROBA MIRADAS
Por Darwin Guamán
Fernanda, una scort triple A, nos cuenta la realidad
de vender su cuerpo a cambio de unas cuantas monedas.
Llegando al puente 8, de la Autopista
Rumiñahui, en un departamento lujoso vive Fernanda López, de 26 años. Cabello
café, ojos grandes de color negro, test morena, de estatura mediana y
contextura voluptuosa, senos grandes y caderas anchas. Siempre esta perfumada y por lo general usa
jeans apretados y blusas escotadas.
El viernes 27 de mayo me reuní
con Fernanda. Una tarde soleada nos acompañaba,24° C. Me
disponía a conocer más de
Fernanda. Tomó una cerveza en su mano izquierda. Decidió contarme
su experiencia
como prostituta, y el rol que desempeña
como madre.
Son las 3:30 de la tarde. Fernanda empieza con su rutina antes de salir al trabajo. Mientras busca su ropa e implementos de seducción, su hijo Thiago de 1 año y 6 meses, llora incontrolablemente. Ella me cuenta lo que hace todas las noches antes de iniciar su labor. “Mi vida se convierte en un completo desorden a partir de las 5:30 de la tarde, tomo licor y, en algunos casos, drogas”, relata.
Subimos al taxi y ella aprovecha el viaje para maquillarse. El semáforo se pone en rojo. Aproveché ese momento para conocer más de Esteban. “Son seis meses que llevo como su chofer. Tenemos una gran confianza, siempre que ella me llama, la voy a ver dónde sea que este” afirma.
El
viaje duró 30 minutos. Llegamos a su lugar del trabajo, el “515”: uno de los
cabarets más lujosos de Quito. Ella rápidamente entró a su cuarto a cambiarse. Luego,
a lo lejos, observé a Fernanda salir de un estrecho callejón. Viste un sostén negro y un jean que se ajusta a su
delgada figura.
7:30 de la noche, el show se abre con La Fercha: la diosa del amor. Aproveché ese momento para dialogar con la gente de ahí. Hernán, un joven que acude al 515 compra sexo en estos lugares. “La mayoría de hombres siempre tenemos fantasías sexuales y este tipo de mujeres son quienes satisfacen nuestros deseos”, manifiesta.
Helena, amiga de Fernanda, mira atentamente el show. “Ella es muy buena en lo que hace es una de las más solicitadas del lugar. Los clientes la desean por sus encantos en la cama”, menciona.
La noche empieza a caer y el frio estremece.
Fernanda prefiere entrar a su cuarto y
continuar con nuestra platica. Me comenta que lleva como prostituta dos años.
Dentro de sus mayores lujos menciona que su debilidad son las carteras y los zapatos.
Así como Fernanda cientos
de mujeres se encuentran inmersas en el mundo de la prostitución. Es la forma
más fácil de mejorar su situación económica y status social. No obstante, la
realidad que se vive en estos lugares es muy dura puesto que también ponen en
riesgo su vida. Muchas veces se evidencia todo tipo de violencia dentro de
estos sitios.
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