domingo, 7 de agosto de 2016

Reportaje:
Las ligas barriales son una opción para lograr la unión a través del deporte
Por: María Fernanda Jiménez                                                                             5to "B"
San Juanito de Monjas: un compromiso con el deporte
La liga deportiva barrial San Juanito de Monjas nació gracias al amor al fútbol por parte de sus fundadores.
Cuando aquel terreno era vacío, su dueño, Manuel Rosillo, al encontrar gente extraña en sus cultivos, arremetía contra ellos con disparos al aire. Beatriz Tréboles, moradora del barrio, cuenta que este lugar era un terreno de cultivos. Entre los integrantes del barrio armaban juegos clandestinos a escondidas del dueño. Esto fue lo que motivó que la creación de la liga barrial: la necesidad de un espacio para que los jóvenes puedan jugar y practicar el deporte sin restricciones.
La liga deportiva barrial San Juanito de Monjas se encuentra en la Avenida Simón Bolívar, vía a El Trébol; en el barrio con el mismo nombre. Esta liga nació el 19 de julio de 2003 con dos personajes aficionados por el fútbol: Guido Tréboles y Hudson Ponce.
Hudson Ponce es el actual vicepresidente de la liga barrial. A sus 73 años de edad sigue siendo un elemento activo dentro de la directiva de la liga barrial. “Yo una vez pasaba por aquí y vi una cancha desocupada, como al presidente de aquí también le gusta el fútbol, nos encontramos un día”, cuenta Hudson. Este encuentro permitió que ambos comenzaran con el gran proyecto de organizar y legalizar una liga barrial.
La Unión de Ligas Independientes (UDLI) acogió a esta liga barrial, en principio. Sin embargo, por problemas de directivos se separaron y se afiliaron a la Matriz Metropolitana de Ligas Barriales. Con 12000 dólares de garantía al municipio (pues no creían en el éxito de esta) se logró la primera obra: el enmallado. Guido Tréboles aflojó el bolsillo y entregó la cantidad decretada.
Miguel Cusipesasi es el actual presidente de la liga barrial. Gracias a él y al apoyo del barrio se han podido realizar otras obras como la tribuna, las iluminarias y ahora la cancha sintética que se encuentra en proceso. El presidente menciona que actualmente se cuenta con la participación de 30 equipos masculinos y 16 femeninos.
El presidente afirma que en el inicio existió rechazo a la admisión de equipos femeninos. Sin embargo, ahora los representantes de los equipos se encuentran conformes con la participación de la mujer. Menciona que “ la ley del deporte dice que la representación del género femenino tiene que ser a la par”, por ello no se puede negar su intervención en la liga.
Diego Reysancho es uno de los directores técnicos de un equipo en la categoría sub 14. Hace un año ocupa esta posición dentro de la liga barrial. Su equipo se llama “Atlético Independiente” y forma parte de la liga San Juanito de Monjas tres años. Él afirma que “los chicos, a esta edad, le ponen bastante gusto, bastante interés por hacer las cosas; se les pide que tengan compromiso con la selección.”
El diario “El Extra” dedicó un artículo a un encuentro deportivo con el titular: “San Juanito de Monjas, el mejor en fútbol femenino”. El reconocimiento que tiene la liga ha sido tal que ha ganado varios trofeos y premios en los campeonatos que ha participado.
El anhelo de los fundadores de la liga se ha cumplido a cabalidad. El esfuerzo y dedicación que pusieron los dirigentes de la liga y el apoyo del barrio hicieron posible la creación de este espacio. No ha sido fácil el camino que recorrieron estas personas que dieron su empeño por la liga barrial. Como Hudson, tuvieron que estar presentes con plata y persona; realizar los trámites necesarios, usar el reglamento dado por la Matriz (que se encuentra corregido por los mismos directivos), etc. Sin embargo, el reconocimiento y los frutos cosechados valen la pena. Para el vicepresidente con la construcción de la cancha sintética y una sede propia “podría morir en paz.”


Crónica:
Metrobus: el uso del transporte público en horas pico
Por: María Fernanda Jiménez                                                                             5to "B"
El caos de cada día
El uso diario del transporte público genera estrés, incomodidad y caos en cada mañana, tarde y noche.
-¡Respete! – ¡Ya estamos media hora parados aquí! -¿Cuándo llega la unidad vacía?, son los reclamos diarios de los usuarios en los andenes del sistema MetrobusQ. Cada mañana la gente enfrenta un caos.
Las caras de preocupación, constantes miradas al reloj o al celular y desesperación empiezan a hacerse presentes.
La espera en el andén de la Delicia colma la paciencia de varios usuarios que no pretenden llegar tarde a sus destinos. Son las 8 am, el sol ya golpea y la gente también. Varios reclamos e insultos hacia la cobradora se vociferan.
Pasan 20 minutos y no ha llegado una sola unidad. El andén está copado con personas enojadas y frustradas. Lo veo en sus rostros, sus gestos. Un anciano insulta, como para sí, la peripecia diaria. –Chuta, ya estoy tarde. Esto es una desgracia – dice entredientes.
Finalmente llega una unidad vacía. Sin embargo, el entrar se vuelve una guerra por ganar un asiento disponible. El conductor cierra las puertas y muchos se quedan afuera: a esperar de nuevo.
Dentro de una unidad como esta es posible evidenciar una serie de acontecimientos: peleas, gente durmiendo, robos y más. Es como una ciudad en miniatura, otro mundo. Un mundo donde la gente come, duerme, hace tareas, escucha música, lee libros, conversa durante el trayecto. Un mundo donde se manifiesta la idiosincrasia de un pueblo.
Por suerte, esta mañana la unidad no se dañó aunque fue repleto. Cuerpos pegados uno contra otro, golpes sin intención, empujones y, probablemente, acosos y robos; “como papas”, “como sardinas”; así dice la gente.
-Debido a la cantidad de gente es terrible. Me han robado y el hecho de ir apretadas es incómodo para una mujer- dice Gabriela Sánchez, usuaria regular de este sistema. Cada día el incremento de la población crece como espuma.
De regreso a casa, el mismo medio de transporte, antes de dejar una gruesa y negra bocanada de humo, vuelve a estacionarse frente a mí. – ¡Respete la fila, malcriada! –Yo no le hago nada, yo si respeto a la gente mayor. No ve que no hay espacio, por eso me quedé en la puerta. – “No hago nada, no hago nada” – murmura un hombre mayor ante una mujer afroecuatoriana. Y es que no hay fila alguna que respetar. Frente a las puertas solo se acumula un puñado de gente que espera alcanzar a ingresar al relleno bus.
Esta vez logro sentarme y leer por un momento. Dos señores, con sus guitarras, interrumpen mi lectura. Dos pasillos conocidos cambian el ambiente. Por un breve instante la gente se permite disfrutar de la música.
Paola Bustos trabaja dos años como cobradora en los andenes. –Uy, en horas pico es un caos aquí. La quejas de los usuarios, los reclamos, los insultos, todo eso tenemos que aguantar-dice. No es su culpa, solo cumplen con su labor.
Los usuarios, los cobradores, ambos creen que la mejor solución es más unidades. Sin embargo, el problema es mayor. Hasta hallar una solución favorable, seguiremos haciendo fila, compitiendo por un asiento y yendo “como sardinas” en nuestros trayectos.
Fuente: EPMTP (Empresa Pública Metropolitana de Transporte de Pasajeros)

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