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Reportaje: 
Las ligas barriales son una opción para lograr la unión a
  través del deporte 
Por: María Fernanda Jiménez                                                                             5to "B" 
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San Juanito de Monjas: un compromiso con el deporte 
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La liga deportiva barrial San Juanito de Monjas nació
  gracias al amor al fútbol por parte de sus fundadores. 
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Cuando aquel terreno era vacío, su dueño, Manuel Rosillo,
  al encontrar gente extraña en sus cultivos, arremetía contra ellos con
  disparos al aire. Beatriz Tréboles,
  moradora del barrio, cuenta que este lugar era un terreno de cultivos. Entre
  los integrantes del barrio armaban juegos clandestinos a escondidas del
  dueño. Esto fue lo que motivó que la creación de la liga barrial: la
  necesidad de un espacio para que los jóvenes puedan jugar y practicar el
  deporte sin restricciones.  
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La liga
  deportiva barrial San Juanito de Monjas se encuentra en la Avenida Simón
  Bolívar, vía a El Trébol; en el barrio con el mismo nombre. Esta liga nació
  el 19 de julio de 2003 con dos personajes aficionados por el fútbol: Guido
  Tréboles y Hudson Ponce.  
Hudson Ponce es el actual vicepresidente de la liga barrial.
  A sus 73 años de edad sigue siendo un elemento activo dentro de la directiva
  de la liga barrial. “Yo una vez pasaba por aquí y vi
  una cancha desocupada, como al presidente de aquí también le gusta el fútbol,
  nos encontramos un día”, cuenta Hudson. Este encuentro permitió que ambos
  comenzaran con el gran proyecto de organizar y legalizar una liga barrial. 
La Unión de Ligas Independientes (UDLI) acogió
  a esta liga barrial, en principio. Sin embargo, por problemas de directivos
  se separaron y se afiliaron a la Matriz Metropolitana de Ligas Barriales. Con
  12000 dólares de garantía al municipio (pues no creían en el éxito de esta)
  se logró la primera obra: el enmallado. Guido Tréboles aflojó el bolsillo y
  entregó la cantidad decretada. 
Miguel Cusipesasi es el actual presidente de la
  liga barrial. Gracias a él y al apoyo del barrio se han podido realizar otras
  obras como la tribuna, las iluminarias y ahora la cancha sintética que se
  encuentra en proceso. El presidente menciona que actualmente se cuenta con la participación de 30 equipos
  masculinos y 16 femeninos. 
El presidente
  afirma que en el inicio existió rechazo a la admisión de equipos femeninos.
  Sin embargo, ahora los representantes de los equipos se encuentran conformes
  con la participación de la mujer. Menciona que “ la ley del deporte dice que
  la representación del género femenino tiene que ser a la par”, por ello no se
  puede negar su intervención en la liga. 
Diego Reysancho es uno de los directores
  técnicos de un equipo en la categoría sub 14. Hace un año ocupa esta posición
  dentro de la liga barrial. Su equipo se llama “Atlético Independiente” y
  forma parte de la liga San Juanito de Monjas tres años. Él afirma que “los
  chicos, a esta edad, le ponen bastante gusto, bastante interés por hacer las
  cosas; se les pide que tengan compromiso con la selección.” 
El diario “El Extra” dedicó un artículo a un
  encuentro deportivo con el titular: “San Juanito de Monjas, el mejor en
  fútbol femenino”. El reconocimiento que tiene la liga ha sido tal que ha
  ganado varios trofeos y premios en los campeonatos que ha participado. 
El anhelo de los fundadores de
  la liga se ha cumplido a cabalidad. El esfuerzo y dedicación que pusieron los
  dirigentes de la liga y el apoyo del barrio hicieron posible la creación de
  este espacio. No ha sido fácil el camino que recorrieron estas personas que
  dieron su empeño por la liga barrial. Como Hudson, tuvieron que estar
  presentes con plata y persona; realizar los trámites necesarios, usar el reglamento dado por la Matriz (que se
  encuentra corregido por los mismos directivos), etc. Sin embargo, el
  reconocimiento y los frutos cosechados valen la pena. Para el vicepresidente
  con la construcción de la cancha sintética y una sede propia “podría morir en
  paz.” 
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Crónica: 
Metrobus: el uso del transporte público en horas pico 
Por: María Fernanda Jiménez                                                                             5to "B" 
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El caos de cada día 
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El
  uso diario del transporte público genera estrés, incomodidad y caos en cada
  mañana, tarde y noche. 
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-¡Respete!
  – ¡Ya estamos media hora parados aquí! -¿Cuándo llega la unidad vacía?, son
  los reclamos diarios de los usuarios en los andenes del sistema MetrobusQ.
  Cada mañana la gente enfrenta un caos. 
Las
  caras de preocupación, constantes miradas al reloj o al celular y
  desesperación empiezan a hacerse presentes. 
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La
  espera en el andén de la Delicia colma la paciencia de varios usuarios que no
  pretenden llegar tarde a sus destinos. Son las 8 am, el sol ya golpea y la
  gente también. Varios reclamos e insultos hacia la cobradora se vociferan.  
Pasan
  20 minutos y no ha llegado una sola unidad. El andén está copado con personas
  enojadas y frustradas. Lo veo en sus rostros, sus gestos. Un anciano insulta,
  como para sí, la peripecia diaria. –Chuta, ya estoy tarde. Esto es una
  desgracia – dice entredientes. 
Finalmente
  llega una unidad vacía. Sin embargo, el entrar se vuelve una guerra por ganar
  un asiento disponible. El conductor cierra las puertas y muchos se quedan
  afuera: a esperar de nuevo. 
Dentro
  de una unidad como esta es posible evidenciar una serie de acontecimientos:
  peleas, gente durmiendo, robos y más. Es como una ciudad en miniatura, otro
  mundo. Un mundo donde la gente come, duerme, hace tareas, escucha música, lee
  libros, conversa durante el trayecto. Un mundo donde se manifiesta la
  idiosincrasia de un pueblo. 
Por
  suerte, esta mañana la unidad no se dañó aunque fue repleto. Cuerpos pegados
  uno contra otro, golpes sin intención, empujones y, probablemente, acosos y
  robos; “como papas”, “como sardinas”; así dice la gente. 
-Debido
  a la cantidad de gente es terrible. Me han robado y el hecho de ir apretadas
  es incómodo para una mujer- dice Gabriela Sánchez, usuaria regular de este
  sistema. Cada día el incremento de la población crece como espuma.  
De
  regreso a casa, el mismo medio de transporte, antes de dejar una gruesa y
  negra bocanada de humo, vuelve a estacionarse frente a mí. – ¡Respete la
  fila, malcriada! –Yo no le hago nada, yo si respeto a la gente mayor. No ve
  que no hay espacio, por eso me quedé en la puerta. – “No hago nada, no hago
  nada” – murmura un hombre mayor ante una mujer afroecuatoriana. Y es que no
  hay fila alguna que respetar. Frente a las puertas solo se acumula un puñado
  de gente que espera alcanzar a ingresar al relleno bus. 
Esta
  vez logro sentarme y leer por un momento. Dos señores, con sus guitarras,
  interrumpen mi lectura. Dos pasillos conocidos cambian el ambiente. Por un
  breve instante la gente se permite disfrutar de la música.  
Paola
  Bustos trabaja dos años como cobradora en los andenes. –Uy, en horas pico es
  un caos aquí. La quejas de los usuarios, los reclamos, los insultos, todo eso
  tenemos que aguantar-dice. No es su culpa, solo cumplen con su labor. 
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Los
  usuarios, los cobradores, ambos creen que la mejor solución es más unidades.
  Sin embargo, el problema es mayor. Hasta hallar una solución favorable, seguiremos
  haciendo fila, compitiendo por un asiento y yendo “como sardinas” en nuestros
  trayectos.  
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Fuente: EPMTP (Empresa Pública
  Metropolitana de Transporte de Pasajeros) 
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